Actualmente, la industria de alimentos demanda producciones exorbitantes y de excelente calidad. La genética, nutrición y el mejoramiento del estado sanitario de los animales ha permitido acortar los tiempos de producción ganadera y cumplir con las necesidades alimenticias de gran parte del planeta. Para el año 1940, ocurrió uno de los descubrimientos que cambiaría los conceptos en la nutrición animal y traería consigo grandes consecuencias; dicho descubrimiento fue el uso de los antibióticos como agentes promotores de crecimiento en los animales. Su implementación presentó resultados factibles sobre el rendimiento productivo y tras años de aplicación, la industria obtuvo enormes resultados en reducir el tiempo de crianza, disminuir la ocurrencia de enfermedades y garantizar un peso adecuado antes del faenamiento. Sin embargo, la implementación desmesurada y a dosis subclínicas trajo consigo el surgimiento de las denominadas bacterias resistentes a los antibióticos o “superbacterias”.
La alimentación animal sin antibióticos, un verdadero desafío
Con el estallido de la resistencia antibiótica, varios de los agentes antibióticos quedaron obsoletos ante las complicaciones bacterianas, preocupando a la medicina animal y humana. Dicho esto, varios países restringieron y prohibieron el uso de estos agentes con un fin promotor de crecimiento. Ante las restricciones, la industria alimenticia desarrollo sustitutos a los agentes antibióticos que mejoraron el rendimiento en las explotaciones ganaderas, donde se incluyeron: ácidos orgánicos, probióticos, prebióticos, aceites esenciales y productos fitogénicos (Saleem et.al, 2020).
La alternativa de los ácidos orgánicos a la demanda de alimentos
Los ácidos orgánicos y su incorporación dentro de los piensos para animales ha sido una alternativa fundamental en la prevención y control de las enfermedades entéricas, reduciendo notablemente los desafíos de campo junto con el uso de agentes antimicrobianos. Su utilización se ha llevado a cabo de diferentes maneras ya sea de forma individual, mezclado o con diferentes sales. De acuerdo con lo mencionado, la obtención de los ácidos orgánicos en forma de sal ha permitido mejorar el manejo, además de ser menos volátiles y de fácil incorporación en el alimento. Los ácidos orgánicos se clasifican según sus propiedades físicas o químicas, incluyendo ácidos grasos de cadena corta, mediana y larga. Los ácidos grasos de cadena corta tienen mayor preferencia dentro del mercado para uso promotor de crecimiento, además poseen un excelente accionar sobre la salud intestinal, destacando: el ácido acético, propiónico, butírico, láctico y fórmico (Kumar et.al, 2022).
Dentro de los beneficios que brinda la inclusión de los ácidos orgánicos en el alimentación animal están: su actividad antimicrobiana, su efecto reductor del pH gástrico, mejoras en la palatabilidad de los animales, control de la población bacteriana en el tracto gastrointestinal e incremento de la digestibilidad de los nutrientes. El mecanismo de acción antibacteriano de estos ácidos grasos se basa en su difusión a través de la membrana celular de la bacteria y la reducción del pH citoplasmático, inhibiendo las funciones del metabolismo celular y provocando la muerte bacteriana. A su vez, la disposición de los ácidos grasos sobre el lumen intestinal permite que las vellosidades intestinales obtengan energía de fácil acceso y se estimule tanto la multiplicación como diferenciación celular que beneficia en el aumento de la eficiencia alimenticia (Saleem et.al, 2020). La eficacia de los ácidos grasos cambia debido a ciertos factores, tales como: su composición química, forma, peso molecular, valor pKa y el patógeno o microorganismo objetivo.
Según esto, la adición de varios ácidos orgánicos en la dieta alimenticia de los animales posee un efecto sinérgico que potencia las propiedades de los ácidos incorporados y disminuye significativamente los efectos adversos de las infecciones entéricas sobre la salud intestinal (Kumar et.al, 2022).
Los ácidos orgánicos y su contribución con la digestión de nutrientes
Acerca de la digestibilidad de los nutrientes, los ácidos orgánicos al acidificar el pH gástrico contribuyen y potencian el correcto desenvolvimiento de las enzimas del tracto gastrointestinal (pepsina, tripsinógeno y quimio tripsinógeno). De la misma manera, con la inclusión de estos ácidos orgánicos, se reduce el tránsito intestinal permitiendo una eficiente digestión y absorción de los nutrientes esenciales en el lumen intestinal. Finalmente, la acidificación propicia la desvinculación de ciertos minerales a los fitatos presentes en el alimento, impidiendo que los componentes minerales sean eliminados por las fecas de los animales y sean aprovechados acordemente por el metabolismo animal (Hai, Jeong, & Ho, 2020).
En conclusión, los ácidos orgánicos son una alternativa efectiva en la prevención y control de enfermedades entéricas, además de su enorme influencia en el aumento del rendimiento y de los parámetros productivos de los animales. Su acción acidificante es el principal eje de su actividad antimicrobiana y no altera el desenvolvimiento del microbioma intestinal, al contrario, reduce la población bacteriana patógena e incrementa la digestibilidad de los nutrientes de la dieta animal. Claramente, los ácidos orgánicos son una opción efectiva que combate con la resistencia bacteriana y colabora con la rentabilidad de las granjas.
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Referencias bibliográficas:
Hai, D., Jeong, W., & Ho, I. (2020). Organic Acids Mixture as a Dietary Additive for Pigs—A Review. Animals, 10(6), 952. doi:10.3390/ani10060952
Kumar, A., Toghyani, M., Kheravii, S., Pineda, L., Han, Y., Swick, R., & Wu, S. (2022). Organic acid blends improve intestinal integrity, modulate short-chain fatty acids profiles and alter microbiota of broilers under necrotic enteritis challenge. Animal Nutrition, 8, 82-90. doi:10.1016/j.aninu.2021.04.003
Saleem, K., Rahman, A., Naseer, T., Mahmud, A., & Hayat, Z. (2020). Effects of dietary organic acids on performance, cecal microbiota, and gut morphology in broilers. Tropical Animal Health and Production, 52, 3589-3596. doi:10.1007/s11250-020-02396-2